De pie y de frente.

Luis Miguel Salgado
4 min readApr 4, 2024

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El dolor es un maestro inesperado que toca a nuestra puerta en los momentos menos anticipados.

Puede manifestarse en diversas formas: la pérdida de un ser querido, la desilusión, el fracaso o incluso las pequeñas heridas cotidianas que se acumulan con el tiempo.

Negar su existencia sería ignorar una parte esencial de la experiencia humana.

En lugar de esquivarlo, enfrentémoslo, mirándolo directamente a los ojos.

No le Erigas una Estatua.

Cuando permitimos que el dolor se convierta en una estatua, lo convertimos en un monumento inmutable en nuestras vidas.

Una estatua que no solo ocupa espacio en nuestro presente, sino que también proyecta su sombra sobre nuestro futuro.

Construir un monumento al dolor implica encapsularlo en un momento específico, sin permitirnos avanzar ni aprender de la experiencia.

Imagínate a ti mismo esculpiendo una estatua de tu dolor más profundo. Cada detalle, cada grieta, se vuelve inmutable.

La estatua se convierte en el foco principal, eclipsando cualquier posibilidad de crecimiento y transformación. Mantener al dolor estático es privarte de la oportunidad de aprender, adaptarte y superar los desafíos que la vida te presenta.

Confrontación.

En lugar de erigir una estatua, levántate de tu silla y mira de frente al dolor. La actitud de confrontación constructiva implica reconocer la presencia del dolor sin permitir que se convierta en el epicentro de tu existencia.

De pie y de frente, estás listo para abrazar el dolor como parte de tu historia, pero no como su protagonista único.

Al adoptar esta postura, te conviertes en un navegante de las aguas turbulentas de la vida.

Reconoces que el dolor es una emoción transitoria y, aunque te sacuda, no determina tu destino.

Te permite aprender las lecciones que el dolor tiene para enseñarte y avanzar con una sabiduría recién adquirida.

Victoria.

El dolor, cuando se enfrenta de pie y de frente, se convierte en un catalizador para el crecimiento personal.

Cada experiencia dolorosa lleva consigo lecciones valiosas que pueden nutrir tu fortaleza interior. La transformación personal es el resultado directo de la capacidad de aprender y adaptarse, incluso en los momentos más desafiantes.

Imagina que cada dolor es una hoja en blanco.

En lugar de esculpir una estatua, puedes escribir en esas hojas con la tinta de la resiliencia y la sabiduría.

Cada palabra que añades es una afirmación de tu capacidad para superar, aprender y seguir adelante.

La verdadera victoria sobre el dolor no radica en evitarlo, sino en abrazarlo con valentía y convertirlo en una herramienta para esculpir tu propia narrativa de crecimiento y superación.

Ninguno de nosotros está solo en esta travesía.

La comunidad y la empatía desempeñan un papel fundamental en el proceso de enfrentar el dolor.

Compartir nuestras experiencias, escuchar las historias de los demás y brindar apoyo mutuo crea un tejido humano que nos sostiene en los momentos difíciles.

De pie y de frente, no solo confrontas tu dolor, sino que también te abres a la posibilidad de compartir cargas y encontrar consuelo en la conexión humana.

En lugar de erigir estatuas en honor al dolor, permítete ser el arquitecto de tu propia evolución.

De pie y de frente, enfrenta cada desafío con la convicción de que eres capaz de superarlo.

La vida es una obra en proceso, y cada experiencia, incluso la más dolorosa, contribuye a la riqueza y complejidad de tu historia.

No temas al dolor; abrázalo con valentía.

Aprende de él, comparte tus cargas con otros y continúa tu viaje con la certeza de que eres más fuerte de lo que crees.

Hasta aquí por hoy.

Nos vemos mañana.

LuisMi Salgado.

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